Cuando me propusieron que presentara una charla a la selección de TEDx de mi región me pareció una locura. Yo conocía las charlas TED -y me encantaban- desde varios años antes, y para mí estaban a un nivel que yo no podría alcanzar. La gente que me quiere, algunos de ellos habiendo sido pacientes también, me insistieron a que al menos intente, como mucho no quedaría seleccionada. Pensé que lo que tenía para decir podía ayudar a mucha gente, y que si bien me daba pánico escénico subir a un escenario de ese calibre tenía que aceptar el desafío y aprender de esa experiencia. Me acuerdo de agarrar una hoja en blanco y empezar a anotar ideas, renglones, frases sueltas, de diferentes temas de alimentación… y al unirlos poco a poco fue tomando sentido.
Les confieso algo que poca gente sabe: ¡me olvidé de un párrafo cuando la di! Estaba tremendamente nerviosa, y tuve que esperar cuatro horas escuchando mientras exponían el resto de los oradores antes de poder pasar yo y ¡ya librarme de la tensión! Me acuerdo de haber dicho las primeras dos oraciones, y de ahí en más tuve la mente en blanco, no recuerdo nada, las palabras salieron de mí como las explico en el consultorio, desde una idea y que encuentra sobre la marcha la frase donde expresarse, que a veces se traba y se equivoca, pero se reconstruye y finalmente hace lo que quería hacer: ¡trasmitir!
Y ahí creí que terminaba la historia, pero TEDx aún hoy resuena, y me abrió puertas que ni imaginaba, ni estaba buscando. De repente la vi reproducirse 25 mil veces y se me cayó la mandíbula de la sorpresa, hoy lleva 165 mil reproducciones. Me han contactado personas de Méjico, Perú, Uruguay, Alemania, España, y varios países más para hacer contacto, para saber si atendía online, o simplemente para hacerme llegar sus palabras de agradecimiento. Me llenan el alma esos mensajes, me acuerdo poco de las noches sin dormir por los nervios y del estrés que tuve en el cuerpo, esos recuerdos quedan cubiertos por esos mensajes que hacen que todo haya valido el esfuerzo. TEDx fue una hermosa experiencia para mí, pero lo más maravilloso es sentir que puedo tocar tantas vidas… ojalá esos trece minutos basten para que cada vez más personas empiecen un mejor camino hacia la salud.
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