Cuando los valores de azúcar en sangre empiezan a bajar (aprox 4 hs después de la última comida) nuestro cerebro activa el centro del apetito. Lo podemos imaginar como que en el cerebro hay dos botones que son el centro del apetito (avisa que hace falta que consigas comida) y el centro de la saciedad (avisa que la comida ya es suficiente). Lograr pasar de tener activo el apetito a tener activa la saciedad requiere de tres etapas:
1- Ver que vamos a comer suficiente. Por eso al achicar porciones sentimos que nos vamos a quedar con hambre, tenemos configurado como "porción necesaria" algo de más tamaño y al ver algo menor ya pensamos que no alcanzará. Un truquito: el cerebro mide porción por volumen, y no por calorías o nutrientes, entonces: un gran plato de verduras con un poco de arroz lo considera igual de suficiente que un gran plato de arroz, pero en calidad y cantidad de energía ¡son muy diferentes!
2- Cuando el estómago se estira se fabrica una hormona, que sale a sangre, recorre el cuerpo hasta llegar al cerebro y le avisa que la comida está en camino. Pero tarda de 30 a 40 minutos en avisar! O sea que si en 30 minutos me como 3 platos de comida el aviso que llegará es "estoy que exploto", por eso comer despacio da tiempo a que este mecanismo pueda avisarnos con el primer plato que ya es suficiente. El cerebro ya empieza a activar la saciedad, pero con desconfianza.
3- La saciedad total se logra 40 minutos más tarde, cuando el cerebro va a fijarse si la comida que estaba en el estómago realmente llegó a la sangre: si subió el azúcar en sangre avisa que es suficiente. Pero si tomaste mate y sólo llegó agua, o si sólo estabas masticando chicle: ¡se viene el apetito voraz! El cerebro no se deja engañar más que por un ratito, y en general es peor el engaño que darle algo que lo deje contento y sin pasar por el estrés que es el hambre para el cuerpo.
!️Así que a comer volúmenes grandes de verduras, a comer despacio, y a comer de verdad, que los engaños al estómago después salen más caros!
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