Pocos argentinos dirán que no disfrutan de unos mates calentitos, y más si son con buena compañía. El mate cuenta como alimento aún aunque no alimente casi nada, pero por ser una bebida que forma parte de nuestra cultura se lo incluye... aunque lo ideal es aprender a tomarlo, para que sus desencantos no nos jueguen en contra.
️El mayor problema del mate es que a veces desplaza al desayuno o a la merienda. Si se toma mate en vez de desayunar o merendar en el momento se nos pasa el hambre porque el estómago se estira, pero a la hora, cuando el cerebro se dé cuenta que no llegó nada más que agua a la sangre, va a empezar un hambre voraz que llena las mañanas y las tardes de bizcochos, galletitas y otros picoteos. ️Otro tema es el mate con azúcar: dos o tres cucharitas de azúcar al día no serían un problema para nadie, pero treinta mates con treinta cucharitas de azúcar ya equivalen a comer tres platos grandes de fideos, y encima de hidratos de carbono simples ¡que sabemos que son los de peor calidad! Mejor el mate siempre amargo o con edulcorante, guardemos el azúcar para disfrutar de un chocolate de vez en cuando, o algo que nos permita sentir que nos damos el gusto. ️Y además: ojo con que nos quita la sed pero tiene un poquito de efecto diurético, o sea: tomamos más pero también eliminamos más, con lo cual casi no nos hidrata!️ Por supuesto que no es lo mismo el mate donde la yerba nueva aún suelta componentes que los mates super lavados que ya son sólo agua tibia, pero lo ideal es que cuando calentás la pava tomes un vaso de agua, si le cambias la yerba otro vaso de agua, y cuando terminas el mate otro vaso más. ¡Así no descuidamos la hidratación y nos acordamos de incorporar agua! En resumen: desayuno o merienda primero, tomamos agua, y después todos ¡los mates amargos o con edulcorante que quieran!
Tema aparte y muy grave es la producción de yerba mate en Argentina: mucha de la yerba producida en el país es producida por el trabajo de niños. Son muchas horas de trabajo, por muy poca plata, para quienes deberían estar creciendo, jugando, y aprendiendo para formarse, en vez de trabajar. Hay asociaciones como "Me gusta el mate sin trabajo infantil" (https://www.facebook.com/LibresDeTrabajoInfantil/) que impulsan una ley para que las marcas de yerba puedan certificar si su producción fue libre de trabajo infantil, y así los consumidores podríamos elegir las marcas que lo hagan. ️Es tremendamente importante que se incorpore en los alimentos su modo de producción, para que los consumidores podamos elegir alimentos producidos con buen trato al ser humano y al ambiente️, y así hacer que la industria funcione a nuestra demanda, en vez de funcionar nosotros, desinformados, a su disposición. En el link está disponible la página y la solicitud donde podes firmar para adherirse a su pedido, seamos Consumidores Responsables.
El 30 de noviembre se festeja en Argentina el Día Nacional del Mate, invitá algún ser querido a tomarse unos amargos y compartile esta linda reflexión de Lalo Mir, titulado "El Mate no es una Bebida".
Bueno, sí. Es un líquido que entra por la boca.
Pero no es una bebida.
En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre.
El mate es exactamente lo contrario a la televisión. Nos hace conversar si estamos con alguien y nos hace pensar si estamos solos.
Cuando llega alguien a nuestra casa la primera frase es "hola" y la segunda "¿unos mates?". Esto pasa en todas las casa; en la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre las personas mayores y entre los adolescentes.
Algunos elegirán tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón y por supuesto también con leche.
Cuando conocemos a alguien por primera vez, tomamos unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: ¿Dulce o amargo?. El otro responde: Como tomes vos.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores. Es la solidaridad de tomar esos mates lavados porque la charla es buena, la charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, uno habla mientras el otro toma y viceversa.
Es la sinceridad de decir: Basta, ¡cambiá la yerba!
Es el compañerismo hecho momento.
Es la sensibilidad al agua hirviendo.
Es el cariño para preguntar: Está caliente, ¿no?
Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final.
Es la hospitalidad de la invitación.
Es la justicia del uno por uno.
Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca, y moral de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.
Es un alimento para el alma pero no para el cuerpo aunque le pongamos azúcar.
Ahora sabemos, un mate no es sólo un mate...
¿Calentás agua?
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