Este tema siempre confunde bastante, ¿qué cuenta como colación?, ¿a qué hora hacerla?, ¿hace falta? Hablemos un poco de estas comidas que aparecen entre desayuno D, almuerzo A, merienda M y cena C.
No les sorprenderá que no tenga pautas rígidas al respecto, como siempre pretendo que comprendan y desde el conocimiento ¡decidan ustedes mismos! Así que veamos:
¿Cuándo hacerla? Para mí hay dos buenas maneras de decidir si hacer colación o no. Una es la cantidad de horas que pasan entre una comida y otra. Cuando la comida previa fue completa (vean cómo armar DyM y AyC) durará 4 horas en nuestro estómago, por lo que es recomendable no pasar más de 5 hs entre comidas. Si tu D es a las 7 am, y el A a las 15 hs sí necesitas colación, pero si un día el D es a las 8 am y el A 12:30 hs no hay necesidad de incorporarla. Así mismo con los tiempos entre A y M, o entre M y C.
La segunda manera de decidirlo es fijarte si tenes hambre. Aprender a conectarse con las sensaciones de hambre y saciedad es un superpoder. No todas las personas tienen buen registro de las señales de su cuerpo, pero es algo que se aprende y se entrena, si ya lo tenés ¡usalo! Recuerden diferenciar “hambre” de “ganas de comer”.
¿Hace falta? Si, es esas ocasiones hace falta. Nuestro cuerpo se regula mediante hormonas. Tenemos una que aparece cuando comemos y enciende las máquinas de usar esa comida para lo que hace falta (insulina), y otra que aparece cuando no comemos y nos despierta el “tengo hambre” para avisar que ya no queda alimento (glucagon). Si logramos que ellas funcionen de manera suave, desde un “tengo un poco de hambre” hasta un “ya está bien, estoy satisfecho” el cuerpo no sufre estrés, usará los alimentos que le damos y tendremos estímulos de hambre y saciedad suaves, fáciles de manejar, y no los inmanejables que aparecen cuando pasamos muchas horas sin comer, donde las hormonas ya funcionan a los gritos y tirando ambas hasta extremos a los que no deberíamos llegar: el nivel de hormonas marca “te vengo avisando que tengo hambre y no estarías encontrando comida, así que: ESTOY FAMÉLICO!!!!, quiero comer lo más calórico que encuentres y pienso gastar el mínimo de energía por si no conseguís más comida”. En cuanto entra la comida (en general de peor calidad y más cantidad de la necesaria porque ya tenemos mucha hambre) la otra hormona dice “voy a aprovechar al máximo lo que me diste para guardar todo lo que sobra como grasa, así sobrevivo hasta que te dignes a alimentarme de nuevo” (si, son muy conversadoras las hormonas, como yo…). El cuerpo está en estado de estrés, atento a mantener la vida en un ambiente donde cree que hay pocos alimentos, gasta poco y pide mucho, y así subimos de peso con facilidad, y bajar de peso es dificilísimo… es el maldito punto donde las dietas restrictivas llevan a las personas y de donde cuesta tanto salir. Así que si, aunque no seas consciente del hambre (en unos días posteo sobre esos momentos de “yo no siento hambre”) hace falta que si pasan muchas horas entre comidas comas algo… para ayudar a tu cuerpo a no entrar en su modo ahorro, para mantener los oleajes de hormonas suaves y no causar la marejada que desacomoda el buen funcionamiento de tu cuerpo.
¿Qué cuenta como colación? Mi manera preferida de hacerla es pensando en cómo fue mi desayuno o mi merienda y complementando con eso: por ejemplo: si comí yogur con manzana, cereales y avena (lácteo+fruta fresca+hidratos) elijo colaciones de nueces (fruta seca), si merendé tostada y banana con almendras (hidratos + fruta fresca + fruta seca) me como más tarde un yogur, o una leche con malta para completar (lácteo). De hecho, cuando sé que tendré una mañana larga pienso el desayuno en base a qué me es más fácil llevarme de colación, y me como lo más complicado (porque requiere heladera, o cocción, o es pegajoso) en casa.
Hasta la próxima, pronto estaremos hablando de picoteo para aprender a diferenciarlo de las colaciones.
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